EN MAYO de este año, la comuna de Hualañé, en la Región del Maule, despidió a un grupo muy especial: 33 jóvenes de Escocia y 20 de Estados Unidos -53 "gringos", para decirlo en buen chileno- que habían pasado nueve meses reparando la sede social de la Junta de Vecinos de Los Coipos, destruida por el terremoto. Llevados por la organización Voluntary Horizons, el grupo de secundarios y universitarios compartió y convivió con la comunidad, profundamente agradecida por su ayuda.
Es lo que comúnmente llamamos "trabajo de voluntariado". Agréguenle viajar a otro país y conocer una cultura distinta y tendrán algo bastante cercano a lo que hoy se llama turismo de voluntariado o "volunturism", por su nombre en inglés. Se trata de programas especiales donde un grupo, una familia o una pareja en luna de miel decide viajar a un lugar y dedicar, ya sea un 100% o una parte importante de su tiempo, a ayudar a las personas que viven en el destino a visitar.
Es un turismo que busca darle un sentido a los viajes que realizamos, ofreciendo experiencias significativas, y donde al menos dos tercios del dinero se destina a financiar proyectos para la comunidad.
A ENSUCIARSE LAS MANOS
Hay una delgada línea entre el voluntariado a secas y el turismo voluntario. Para algunos, sólo se puede hablar de turismo cuando el viaje involucra actividades como tours y expediciones. Otro elemento diferenciador son las acomodaciones, ya que muchos se entusiasman por estos viajes, pero no están dispuestos a alojar en casas o cabañas.
Una buena respuesta a esos requerimientos es Hands Up Holidays, que ofrecen turismo de voluntariado a diversas partes del mundo, con acomodaciones de lujo y preparando también viajes a medida. Por ejemplo, un viaje a Nueva Zelandia por 18 días, en una acomodación cinco estrellas realizando observación y cuidado de aves (como el famoso kiwi), alimentando animales en el mar (en ese país es fácil observar ballenas) y limpiando jaulas tiene un valor de US$ 29.900.
Aunque este tipo de turismo no es necesariamente más económico, sí hay muchas alternativas que se ajustan a los gustos y bolsillos de cada uno. La agrupación World Developing Conections, organización sin fines de lucro canadiense, ha enviado más de 700 voluntarios a 13 países, como Indonesia, Sri Lanka, Guatemala y Ruanda, donde trabajan con ONG locales, dictando clases para niños y construyendo refugios para familias. Ofrecen complementar estos trabajos con tours culturales, y una experiencia corta, de dos semanas, tiene un costo de US$ 2.000 cuyo costo total va a las localidades visitadas.
Es también el caso del Restoration Tourism Proyect de Nepal, que cobran US$ 2.800 que van en su totalidad a pagar los gastos de restauración de un monasterio budista (Chhario Goupa) de 300 años de antigüedad. Los viajeros trabajan en la reconstrucción compartiendo con los monjes y realizando actividades como hiking.
LOS ALTERNATIVOS
Los intereses de los viajeros son amplios y por eso algunas agrupaciones tienen enfoques distintos y diseñados para ciertos nichos. Es el caso de Biosphere Expeditions, con experiencias 100% naturales, internándose en selvas tropicales (como el Amazonas peruano) o la estepa africana para observar y trabajar en la conservación de la fauna. Sus instalaciones cumplen con los estándares mínimos, y si eres fan de la naturaleza, ¿qué importa no dormir en un box spring? Dos tercios del dinero recaudado se destina al trabajo de los científicos que acompañan la expedición y se preocupan de compensar su huella de carbono. Un viaje de 12 días tiene un costo de US$ 1.940.
Más originales son los chicos de WAVES Development, una ONG que trabaja en la playa de Lobitos, el norte de Perú, y cuyo pilar es el surf como herramienta educativa. Los jóvenes (y no tanto), que viajan a este lugar le hacen clases de inglés a los niños de Lobitos, como también les enseñan de ecología, conservación y por supuesto, mucho surf. Clases de cocina peruana y encuentros con los pescadores locales complementan su oferta, que tiene un costo de US$ 790, de los cuales US$ 495 son la contribución mínima a la comunidad y 295 para los costos del programa semanal.
¿Y EN CHILE?
Son muchos los turistas que vienen a Chile con estos programas, pero la mayoría de las empresas que provee este servicio es de otros países. Un tour operador chileno que se atrevió a crear sus programas de turismo voluntario fue Andes Nativa, que tiene programas científicos como el "Viaje de navegación e investigación del lenguaje de los cetáceos" en la Patagonia, o el "Desarrollo de senderos en el Parque Pehuenche Quinquén", en la Región de La Araucanía, donde se puede compartir con comunidades mapuches. Respecto de los costos, los adaptan según la cantidad de personas y días solicitados, ofreciendo un servicio a la medida de cada pasajero.